La respuesta al ejercicio en los adultos mayores ha sido ampliamente evidenciada y su práctica regular contribuye al mejoramiento de la calidad de vida. Por otra parte, la valoración de la condición física constituye un paso necesario en el proceso de prescripción de ejercicio físico en los adultos mayores, así como la evaluación del adulto mayor antes de iniciar el programa de ejercicio. Un programa equilibrado debe incluir actividades encaminadas a conseguir cada uno de los 3 objetivos de una buena coordinación física: aumentar la flexibilidad, incrementar la fuerza y elevar la resistencia cardiovascular sobre los tres componentes de cada sesión de ejercicios: el calentamiento, el ejercicio o entrenamiento y el enfriamiento, y se diseña para adaptarse al estado, necesidades de salud y problemas médicos de un paciente en concreto. Está demostrado que el ejercicio físico y el deporte, imprimen al que lo practica un aspecto más saludable y estético; permiten conservar mayor fuerza vital y física; ayudan a mantener y recuperar el equilibrio físico y psíquico; atrasan la involución del músculo esquelético, facilitan la actividad articular y previenen la osteoporosis y las fracturas óseas; intervienen en el envejecimiento cardiovascular previniendo la arteriosclerosis, mejorando la función endocrina, fundamentalmente de la suprarrenal (resistencia y adaptación al estrés), favoreciendo el equilibrio neurovegetativo y la actividad psicointelectual.
El ejercicio físico practicado regularmente en la tercera edad contribuye a:
· Mejorar la capacidad para el autocuidado.
· Favorecer la integración del esquema corporal.
· Propiciar bienestar general.
· Conservar más ágiles y atentos nuestros sentidos.
· Facilitar las relaciones intergeneracionales.
· Aumentar los contactos sociales y la participación social.
· Inducir cambios positivos en el estilo de vida de los adultos mayores.
· Incrementar la calidad del sueño.
· Disminuir la ansiedad, el insomnio y la depresión.
· Reforzar la actividad intelectual, gracias a la buena oxigenación cerebral.
· Contribuir en gran manera al equilibrio psicoafectivo.
· Prevenir caídas · Incrementar la capacidad aeróbica, la fuerza muscular y la flexibilidad.
· Disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular.
· Hacer más efectiva la contracción cardíaca.
· Frenar la atrofia muscular.
· Favorecer la movilidad articular.
· Evitar la descalcificación ósea.
· Aumentar la eliminación de colesterol, disminuyendo el riesgo de arterioesclerosis e hipertensión · Reducir el riesgo de formación de coágulos en los vasos y por tanto de trombosis y embolias.
· Aumentar la capacidad respiratoria y la oxigenación de la sangre.
· Evitar la obesidad.
· Mejorar la capacidad funcional de aquellos individuos que presentan un déficit en la realización de las AVD.
· Incrementar la longevidad.
A pesar de los beneficios descritos con el ejercicio, éste no se puede indicar ni recomendar a todos los adultos mayores y la mayor parte de la morbilidad o mortalidad relacionadas con el ejercicio se asocia con una Cardiopatía Isquémica preexistente. La capacidad para un trabajo anaeróbico tiene su máximo a los 20 años y a los 25 años la capacidad humana para realizar esfuerzos máximos disminuye un 1 % anual; por lo cual las personas mayores de 55 años no deben realizar ejercicios físicos que requieran llegar a la fase anaeróbica, como los de velocidad y fuerza, y sí los que requieren destreza, coordinación y resistencia.
WEB GRAFÍA
http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/gericuba/ejercicio_fisico_y_deporte_en_los_adultos_mayores.pdf
ACTIVIDAD FÍSICA RECOMENDADA PARA ADULTOS MAYORES
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