Conocemos de manera general que la disciplina es la capacidad del ser humano de proceder de manera ordenada, y perseverante, es un valor fundamental en el deporte y es la base cualidades como el respeto, valor, persistencia, tolerancia, entre otras, es tan poderosa que un deportista de mediana capacidad, pero disciplinado alcanzará mucho más progreso que un deportista talentoso que entrene sin constancia, sin disciplina.
La falta de disciplina fomenta el desorden, la pérdida de respeto, de tiempo, en cualquier campo ya sea educativo, laboral o en el deporte y es que cuando hablamos de deporte se debe considerar tácitamente el entrenamiento como un proceso a largo plazo si se quiere alcanzar un alto rendimiento, proceso que está guiado por la interiorización de normas o reglamentos que son parte del desarrollo de destrezas y actitudes deportivas. El cumplimiento de las normas ayuda a mantener equidad y asegurar la justeza en la que se compite, todos estos ingredientes hacen que cada competencia o juego se pueda disfrutar más, precisamente donde no se respetan las normas o reglas es donde más malestar se genera.
Algunas veces se confunde disciplina con castigo, todo lo contrario, porque la ausencia de disciplina hace que afloren tarde o temprano los castigos, frustraciones, metas no cumplidas o actitudes poco perseverantes o frágiles.
Hay mucho que se puede analizar sobre este tema, pero en este apartado citaremos algunas de las causas para la indisciplina en una sesión de entrenamiento y que disminuyen el normal progreso que el entrenamiento debe alcanzar causando un ambiente antagonista al sano orden, por ejemplo:
1. Que los deportistas estén sin el cuidado y vigilancia adecuada por parte del entrenador, lo que deja el espacio para una conducta alterada, los adolescentes por sus características de desarrollo están comúnmente inclinados a la travesura que sin el cuidado oportuno pronto llevará al desorden en una sesión de entrenamiento.
2. Cuando se provoca risa y desorganización en el ambiente los niños deportistas generalmente no suelen percatarse de cuando detenerse, a veces guiados por el interés de fomentar un ambiente relajado el entrenador utiliza bromas o chistes que por su efecto es conveniente saber mantenerlos en una frecuencia y monto controlado.
3. Que el entrenador llegue bravo y dirija la sesión de entrenamiento sin respeto, situación que genera rechazo, indisposición en los deportistas, más aun el grado de sensibilidad en los jóvenes y adolescentes contemporáneos exige cada vez más una formación integral, pedagógica en el proceso de entrenamiento deportivo.
4. Que el entrenador ante el cansancio o desgaste físico exija más esfuerzo sin preparar la mente o hacer un razonamiento necesario para tolerar la exigencia, las personas generalmente rinden mejor y asimilan más fácilmente las exigencias cuando existe de por medio una comprensión y conciencia del porqué y para qué se hace alguna actividad.
5. El mal ejemplo, incumplir con horas de llegada o salida, no planificar implica una pérdida de credibilidad en el entrenador o monitor, se pueden acordar ciertos parámetros de espera o de flexibilidad en estos aspectos de cumplimiento para que su control no caiga en lo irracional y entendible entre situaciones de la vida cotidiana.
6. Que el entrenador no haga nada cuando inician los comportamientos inadecuados permitiendo que estos se agranden y sean por lo tanto más difíciles de controlar. Será siempre una opción saludable cortar de raíz aquellas actitudes negativas, esto no implica agresividad por el contrario tomar medidas a tiempo revela interés y cortesía en favor de una buena relación entre deportistas y su formador.
7. Exceso de confianza, debilita la autoridad que debe mantener como un recurso pedagógico el entrenador a cargo, cuando la confianza ganada por alguien empieza a ser utilizada como instrumento para obtener beneficios adicionales, liberarse de responsabilidades o peor aún evitar sanciones hablamos de un exceso o abuso de confianza que a veces no es percibida inmediatamente por el vínculo afectivo que la inició, la distancia afectiva prudente es otro elemento necesario para mantener la objetividad y el desarrollo deportivo formal.
Vale recalcar que disciplina no requiere del castigo o peor de la violencia para su fomento, más bien se nutre de la determinación, de la madurez, estabilidad y firmeza con la que se busque un objetivo, tampoco se trata de imposiciones arbitrarias, sino más bien se trata un compromiso de un acuerdo claro y explícito sobre las conductas a mostrar, los pensamientos a mantener, de los valores a defender.
El maestro se compromete en enseñar y el alumno se compromete en aprender, este compromiso inicial implica obediencia y respeto mutuo, que sienta las bases del crecimiento no solo deportivo sino personal. Considere la disciplina en su real magnitud esta ha terminado imponiéndose al talento y a la inteligencia misma.
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